Su última conferencia de prensa, el viernes último en Chapadmalal, mostró a un Mauricio Macri persuadido de que, en la discusión económica, hoy tiene más para perder que para ganar y a un presidente que se siente mucho más confiado a la hora de hablar de temas vinculados con la seguridad .
De ese mod puede explicarse que el primer mandatario se haya animado a cuestionar el reciente fallo de la sala VI de la Cámara del Crimen, que confirmó el procesamiento del policía Luis Chocobar por la muerte de un delincuente que acababa de robar y acuchillar a un turista, y haya enfatizado que «seguro Zaffaroni los llamó a los jueces para felicitarlos».
Macri , quien semanas atrás había recibido personalmente al efectivo policial procesado, quiso ofrecer una fuerte señal de que está con los ciudadanos que sufren la inseguridady en la otra vereda de los jueces a quienes se acusa de defender más a los malhechores que a las víctimas inocentes. Su frase preferida, por estos días, es: «Los policías nos tienen que cuidar a nosotros, no a los delincuentes».
Hay una clara intención del Presidente de instalar el tema de la seguridad. No porque los argentinos vivamos mucho más seguros que antes, sino porque cree que su posición personal, que en rigor no es nueva, se acerca a lo que muchos argentinos desean, más allá de la exageración de su asesor Jaime Durán Barba , quien afirmó que la inmensa mayoría de los argentinos está de acuerdo con la pena de muerte.
Es probable que, detrás de la idea presidencial de instalar este tópico en la agenda, exista también el deseo de que se hable menos de otras cuestiones que vienen afectando la imagen sobre la gestión de Macri, tanto vinculadas con la economía como con la ética pública.
Cierto es, según lo corroboran diferentes analistas de opinión pública, que la población argentina, y en particular quienes viven en las zonas más empobrecidas del conurbano bonaerense, arrastran décadas de orfandad de respuestas frente a su cotidiana inseguridad. «Esa orfandad lleva a distintos núcleos del electorado a cultivar posiciones más punitivistas, independientemente de que esos electores se ubiquen a la izquierda o a la derecha en términos ideológicos», sostiene el director de la consultora Isonomía, Juan Germano.
A esa amplia porción de la población busca llevarle un mensaje Macri, aunque no le garantice en estos días una mejor consideración en la opinión pública. Durante demasiados años la inseguridad fue una de las mayores preocupaciones de la ciudadanía. Sin embargo, muchos candidatos a cargos electivos, como Franciscode Narváez o Sergio Massa , que hicieron de la lucha contra la inseguridad su caballito de batalla, no siempre fueron favorecidos por el voto. Se explica esto porque el electorado lleva tantos años enfrentando ese flagelo que ya no cree que pueda haber alguien capaz de resolver el problema.
No está de más recordar, sin embargo, que cuando en las elecciones de gobernador bonaerense de 1999, Carlos Ruckauf se impuso ajustadamente a Graciela Fernández Meijide , para no pocos analistas la clave de su éxito fue una frase asociada con la necesidad de una política de «mano dura» contra el delito. «Hay que meter bala a los delincuentes», había enfatizado Ruckauf pocos días antes del comienzo de la veda electoral, cuando todavía algunas encuestas lo mostraban como perdedor.
Lo cierto es que Macri ha introducido un debate sobre cuál debe ser el rol de los efectivos policiales que lo enfrenta con no pocos jueces. «Como ciudadano, no entiendo cómo la Justicia dice que Chocobar se excedió», afirmó el Presidente. Del otro lado, la Cámara del Crimen expresa que «un policía tiene el deber de actuar, pero no puede aportarse de los límites que la ley fija».
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