En los últimos días del año pasado entró en vigencia un nuevo Acuerdo de Complementación Económica (ACE) con Colombia, a través del Mercosur, cuya letra chica ya levanta preocupación en sectores industriales golpeados, como son el rubro textil y el de la confección.
Desde la entrada en vigencia, a partir del 20 de diciembre pasado, la Argentina otorgó una inmediata reducción de los aranceles para ingresar al país más de 660 productos textiles de Colombia, cuya industria es de las más pujantes en la región.
Un informe del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo de ese país, al que accedió a El Cronista, sostiene que «los textileros y confeccionistas podrán aprovechar el acceso preferencial arancelario a Brasil y Argentina», y además podrán beneficiarse del «mecanismo de escaso abasto», que le permite a los industriales vender bienes producidos en Colombia con insumos importados en el caso de poder justificar un desabastecimiento en su cadena de valor, sin perder por ello el beneficio de desgravación arancelaria a causa de un incumplimiento en las reglas de origen.
El día que se firmó el nuevo ACE entre el Mercosur y Colombia, durante la Cumbre de Líderes celebrada en Mendoza, a fines de julio, la ministra de Comercio colombiana, María Lacouture, aseguró que el acuerdo apalancaría «un crecimiento de las exportaciones colombianas, con oportunidades reales y competitivas» para los sectores automotriz, textiles y confecciones, agroquímicos y plásticos.
Pocos meses después, advertidos de lo sucedido, el sector textil recibió de mala gana la novedad, tras cerrar un 2017 en el que solo recuperó un 20% de la caída sufrida en 2016 y advertir un incremento del 50% en las importaciones de prendas, que ha dejado un 40% de la capacidad instalada ociosa.
De momento, el golpe no se ha sentido: en 2017, las importaciones textiles de Colombia representaron el 0,5% medido en dólares, y 0,4% del total de toneladas ingresadas para el sector.
Pese a ello, el presidente de la fundación Pro Tejer, Jorge Sorabilla, calificó el acuerdo como «otra iniciativa comercial del Gobierno en forma inconsulta con la industria», y consideró ante este diario que «será muy difícil recuperar actividad industrial si se conceden preferencias arancelarias a terceros país».
El industrial también fustigó el mecanismo de escaso abasto otorgado a Colombia, y sostuvo que la Argentina «tiene que respetar las reglas básicas de origen acordadas en el Mercosur», que en el caso de los textiles sigue el modelo yarn forward, es decir, que el origen del hilo debe coincidir con el de la prenda. «No se pueden no aplicar mecanismos de elusión», sentenció el referente de la cámara que agrupa a las principales compañías del sector.
El Ministerio de Producción, del que depende la Secretaría de Comercio, fue consultado por El Cronista. Los técnicos de la cartera relativizaron el posible impacto de esta medida, aunque reconocieron la particular situación. «El nuevo ACE profundiza compromisos negociados años atrás entre las partes, e incorpora otros nuevos», comentaron.
Cuando se conoció la rúbrica del acuerdo, la Argentina publicitó el beneficio que este ACE traerá al sector automotriz nacional, complementario con el que existe en Colombia, pero nada dijo sobre el sector textil, mientras que Colombia sí lo hizo.
En las oficinas del ministro Francisco Cabrera destacaron que a partir de este año comenzarán a exportarse hasta 9000 vehículos, y en 2022 llegarán a 42.000 unidades, lo que abre un mercado de u$s 700 millones. Colombia, en tanto, empezará a enviar 2000 vehículos y llegará a 12.000 unidades de buses, colectivos, pick ups y camiones en el cuarto año. Para automóviles y vehículos familiares, empezará en 7000 unidades hasta llegar a 30.000. También se incluye nueva legislación para el sector siderúrgico y agroquímico.
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