El famoso «barril criollo» ya es cosa del pasado. La política oficial de desregulación del sector combustibles determinó que a partir del 1´ de enero de 2018 ya no hay topes, ni precios máximos para el crudo utilizado en el país. De hecho, el precio local ya estaba bastante alineado con el internacional desde agosto pasado, a partir de la aplicación de una norma que dejaba sin efecto el precio interno luego de una cantidad de días con una diferencia menor al 5% entre ambos valores.
Esto es lo que subyace, en parte, detrás de los aumentos de naftas y diesel de los últimos días. Sólo en parte, porque el fuerte salto que registró el tipo de cambio desde principios de diciembre (cerca del 13%) es el otro factor interviniente en la ecuación.
A principios de enero comenzaron los movimientos de precios, primero Oil luego Shell, Axion y el resto en un 6%, que tras la demora de YPF en aumentar terminaron bajando 1% sus valores en surtidor. Finalmente, la petrolera estatal incrementó el 24 de enero la nafta Súper y el Diesel 500 en 4%, y los combustibles premium (Infinia nafta y diesel) en 4,5%.
Pero esta semana fue la propia YPF la que tomó la iniciativa subiendo 3,5% en promedio sus combustibles, y arrastrando ahora a la competencia. Shell ya aumentó 3,5% y Oil 2,5%. En un escenario de precios del crudo con tendencia alcista (ayer el Brent del Mar del Norte cerró en u$s 66,92 el barril) y recalentamiento del mercado cambiario en Argentina, no es descabellado pensar en nuevas correcciones del precio de los combustibles en las próximas semanas.
«Hay una presión alcista por el tipo de cambio y el aumento que tiene barril de crudo a nivel internacional», aseguró en diálogo con El Cronista, Oscar Díaz, secretario de la Confederación de Entidades del Comercio de Hidrocarburos y Afines de la República Argentina (CECHA).
Consultado sobre el impacto de estos aumentos en los valores del combustible en surtidor, el empresario aseguró que «no tienen ningún impacto» y aclaró que «evidentemente, la gente primero despotrica por los aumentos, pero luego carga». Díaz reconoció que pese a que la liberalización del mercado estaba prevista para enero de 2018 «en octubre el gobierno creyó que estaban dadas las condiciones» para desregular el sector. Hasta ese momento regían acuerdos trimestrales y ajustes en base al tipo de cambio, el valor del crudo y el precio interno del biocombustible.
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