Para poder jubilarse se toman en cuenta los años de trabajo con aportes y la edad de la persona. En general, las mujeres deben tener 60 años y 65 los hombres y haber aportado durante 30 años. Sin embargo, esto puede variar según la actividad y las características del trabajador.
El origen de esta celebración se remonta 115 años atrás cuando, el 20 de septiembre de 1904, se sancionó la primera ley de jubilación durante la presidencia de Julio Argentino Roca.
Ese año se creó la Caja Nacional de Jubilaciones y Pensiones Civiles que inicialmente sólo beneficiaba a los trabajadores del Estado. Sobre todo funcionarios, personal de los ferrocarriles y magistrados judiciales.
De ese modo dio los primeros pasos el sistema contributivo argentino con el que cada trabajador brindaba una tajada de su sueldo para el momento de su retiro.
Con el correr de los años el beneficio se extendió otras actividades y gremios como los aeronáuticos, bancarios, periodistas, obreros gráficos, entre otros.
Y en 1954, durante el gobierno de Juan Domingo Perón, se pasó de un sistema de capitalización individual a uno de reparto, que funcionó hasta 1994, cuando, reforma previsional mediante, nació el muy cuestionado Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones (SIJP).
Según esta modalidad las empresas privadas podían gestionar los fondos provenientes del aporte individual de los trabajadores. Esto duró hasta 2008 cuando, durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, se promulgó la Ley 26. 425 que enterró la jubilación por capitalización para brindar el sistema previsional público y obligatorio que funciona hasta nuestros días.
Sea como sea, los jubilados son uno de los sectores más castigados a lo largo de la historia Argentina. Por eso siempre es un buen día para homenajearlos.
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